Los límites y el control


Hace 18 años en Telefé se anunciaba el estreno de una serie adulta que prometía mostrar algo que la televisión nunca se había animado a hacer. La marca del deseo, escrita por Claudio María Domínguez y protagonizada por Gerardo Romano. Era una ficción de tinte policial que mezclaba erotismo, drogas y asesinatos. Luego de la emisión del primer capítulo, el canal decidió quitarla de su programación. Los anunciantes retiraron el apoyo, y la gerencia de programación del canal estaba muy en disgusto por lo que había salido al aire. Esto se dio a tal punto que luego de tomada la decisión, en las tandas del canal se emitían unas placas en las cuales se pedía disculpas al público, argumentando que el producto final no fue lo que originalmente se había concebido y que el canal había cometido un hecho irresponsable. Cabe aclarar que la gravedad de esas escenas, si se emitieran hoy día en la televisión, probablemente no generarían ninguna polémica ya que el público se acostumbró a ver cosas aun más excesivas.

En el año 2004, en el espectáculo de apertura del superbowl en los Estados Unidos, Janet Jackson  y Justin Timberlake hicieron un show en el cual al final, aparentemente de forma accidental, a Jackson se le desnuda un seno. Este hecho hizo que se generara una polémica a nivel nacional y la CBS, responsable de la transmisión del evento, debió pagar una multa de 550 mil dólares impuesta por la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC). Esta fue la infracción más cara en la historia de la televisión norteamericana.  Si bien la cadena comunicó que ese cierre fue accidental ya que en los ensayos de coreografía no estaba previsto, de todas maneras no pudo apelar a la multa ya que la transmisión en vivo tenía 5 segundos de retraso, por lo cual podían haber evitado mostrarlo.

En nuestra televisión también se generó controversia cuando en el año 2007 Nazarena Vélez hizo un topless en el cierre del famoso baile del caño en Showmatch. El COMFER impuso una multa a Canal 13, que después pudieron apelar. En nuestro país se han dado ocasiones en que las multas se canjearon por publicidad oficial.

Hace sólo unas semanas la cadena NBC de Estados Unidos debió cancelar, luego de sólo tres episodios al aire, la emisión de su serie The Playboy Club. Si bien iba después del horario de protección al menor, la FCC nuevamente se puso contra el programa argumentando que un canal de televisión abierta no puede emitir contenidos que atentan contra los valores éticos de una sociedad.  Hace también unas semanas atrás, en un canal de televisión abierta como es Canal 13 y en un programa que mira “toda la familia” se emitía en nuestro país un baile de strip tease y posiciones sexuales que finalizaba con su protagonista completamente desnuda en una bañera, y con sus genitales mostrados evidentes gracias a un plano considerable.  A diferencia de hace 18 años atrás, ninguna autoridad pidió disculpas al público, ni a los menores, ni a los millones de personas que miran el programa cada noche.  El argumento es que “se emitió fuera del horario de protección al menor”.


Las ondas de televisión abierta son propiedad del Estado, y tienen la gran capacidad para informar y entretener a todas los tipos de audiencias y clases sociales, ya que todos tienen acceso a ellas. Esto como contrapartida, otorga un poder y responsabilidad para aquellas empresas que tienen las concesiones con respecto a lo que emiten. Por algo existen entes reguladores sobre lo que sale al aire para que lo que se emite no atente de forma negativa contra el espectador. Para muchas personas lo que ocurrió en Showmatch hace unas semanas fue un acto de violencia hacia la integridad de los menores. La nueva ley de medios manifiesta que las multas aplicables en estos casos es proporcional al dinero que haya recaudado el canal en concepto de publicidad. Quienes conocen el tema afirman que Artear debería pagar por este hecho una suma de casi 7 millones de pesos, casi 1.7 millones de dólares, ya que se considera que hay varias infracciones contenidas en una misma emisión. Pero aún no se tomó una decisión final, aunque de todas formas es paradójico que Argentina supere en récord a Estados Unidos en la infracción más cara de la televisión, considerando que el mercado americano es decenas de veces más grande en facturación que el local.

No se trata de actos de censura (tal como muchos dicen cuando salen a defenderse) sino de actos de control. La comparación anterior con los hechos ocurridos en Estados Unidos es debido a que en ese país el Estado exige que esa televisión a la cual tiene acceso la población entera, tiene libertad con respecto a lo que emite, pero hay ciertos márgenes que no puede bordear o pasar. En nuestro país existe lo mismo, pero los canales no parecen correr ningún tipo de riesgos ya que los límites se exceden cada vez más, porque las infracciones se arreglan de otra manera.  Por algo hoy sería impensable, a diferencia de hace 18 años atrás, que un canal cancele un programa luego de su primera emisión porque considera que se excedió en el contenido… Y más aún que posteriormente aparezca una placa en tandas pidiendo disculpas al público.

Por Juan Pablo Kolodziej

Volvimos a los dorados años 60


Los años 60, escenario de la lucha por los derechos civiles, la Guerra Fría y antesala de la revolución sexual, una época en la que las mujeres estaban comenzando una tímida batalla por sus derechos, pero aún era vistas como ama de casa y objeto sexual. Éste es el marco de la serie más exitosa desde hace cuatro años: Mad Men.



Los logros de esta serie y la nostalgia por los lujosos años 60 de Norteamérica han generado la ambición de varios productores que se lanzaron al tratamiento de la época.

El primer intento fue The Playboy Club, enfocada en las conejitas PlayBoy y el entorno que acompañaba al famoso club en los años 60, entre los que se encontraban artistas, mafiosos, políticos y algunos de los hombres más poderosos de Chicago. Sin embargo, la serie de NBC fue este mes cancelada luego de sólo tres capítulos debido a los reclamos del Parents Television Council (Consejo Televisivo de Padres), quienes presionaron a los anunciantes para que retiraran su publicidad de la serie y argumentaron que el contenido atentaba contra la y moral y las buenas costumbres. Queda claro que esta asociación de padres tiene muchísimo poder en los Estados Unidos, ya que pronto lograron su objetivo, aunque los bajos números de audiencia del programa no ayudaron mucho a mantenerlo en la pantalla. El primer episodio de The Playboy Club registró únicamente 5 millones de espectadores y el segundo capítulo, 3,8 millones.

Probablemente no haya una serie ambientada en los años 60 que pueda desbancar a Mad Men del lugar que ha alcanzado. La serie fue lanzada por AMC en julio de 2007 y el pasado 17 de octubre finalizó con éxito su cuarta temporada. Su excelencia no se debe únicamente a la gran actuación de Jon Hamm, quien encarna a Don Draper, director creativo de una exitosa agencia de publicidad. Toda la producción es una obra de arte que sumerge al espectador en otra época y no le deja dudar ni un momento de la verosimilitud de las escenas. La ambientación y el vestuario están cuidados hasta el más mínimo detalle y transmiten con claridad el ambiente de la época: una realidad en el que los vicios, específicamente el cigarrillo y el alcohol, y el adulterio no son necesariamente mal vistos/son moneda corriente y en el que los hombres ostentan el poder mientras las mujeres cumplen el rol de ser una especie de accesorio siempre impecable.

Sin embargo hoy la atención de muchos está puesta en Pan Am lo que podríamos llamar el segundo intento de este año por competir directamente con Mad Men. Jack Orman, creador de Pan Am, admite que Mad Men allanó el camino para su serie, ya que demostró que los ´60 funcionan para la audiencia de hoy.

El primer episodio de Pan Am se estrenó el pasado 25 de septiembre por la cadena ABC y por el momento ha recibido buenas críticas. Es la historia de las azafatas de la famosa compañía aérea de la época, Pan Am World Airways, y cuenta con el primer protagónico en televisión de la prestigiosa actriz Christina Ricci. Se trata de mujeres que buscan en Pan Am una forma de conocer el mundo, tomar las riendas de sus vidas y postergar por un tiempo la inevitable vida de casada. Son, como lo dice uno de los personajes en el piloto una “nueva raza de mujer”.

Las series ambientadas en los años 60 representan una gran oportunidad para las cadenas televisivas. Atraen a espectadores de todas las edades, ya que la nostalgia de los mayores los lleva a identificarse con los personajes, mientras los menores se sienten atraídos por el estilo retro y por la curiosidad de saber cómo fue la época de sus padres.

Aún está por verse si Mad Men se queda con todos los honores o si Pan Am resulta una ardua competencia. Probablemente los tres capítulos de la producción más reciente no sean suficiente para realizar una proyección acertada.

Por Yasmin Reddig

Televisión y RSE


Taira Peña
La responsabilidad social empresarial es un aspecto del ámbito corporativo que progresivamente adquiere mayor protagonismo. También los medios se interesan cada vez más por esta área que busca contribuir a la comunidad en la que están insertos.
Taira Peña, encargada del área de responsabilidad de Telefé, nos dio su visión acerca del rol de los temas sociales en la televisión argentina.





¿Cuál es la importancia de la responsabilidad social de los medios, y especialmente el de la televisión?
No sólo ocuparse de lo que tiene que ver con los propios productos, sino ver que la relación del medio sea responsable con cada uno de los grupos de interés con los que está vinculado, que vaya más allá de la venta de un producto o formato determinado.
Hay que tener muy presente cuál es el objetivo con el que se va a llegar a la audiencia, entendiendo que en la audiencia también hay distintos intereses, necesidades y expectativas. Esto tiene que ver con la visión de sostenibilidad que tiene que tener un medio de comunicación.

¿Cuál es actualmente y cuál debería ser el rol de la televisión en los temas sociales?
Creo que no hay un rol unívoco, hay diferentes enfoques. Creo que la TV expone los temas sociales con una mirada más completa que otros medios, con una visión que integra más al televidente dentro de la problemática. Ningún contenido que se transmite en televisión está desligado de un contexto social. El rol de la TV en cuanto a los temas sociales tiene que ser de permanente crecimiento. Se puede plantear el tema a través de una ficción y ver cómo se puede vincular al televidente con el tema. Quizás no es la función específica del producto, pero es la oportunidad de agregarle valor.

¿Cómo se podrían incluir dentro de la grilla los temas sociales para generar progresivamente más consciencia en el público?
Depende de qué comprendemos como “temas sociales”. Porque generalmente se vinculan con cuestiones de pobreza y exclusión, pero también hay temas sociales que refieren a la salud, hábitos de convivencia, calidad de vida y participación ciudadana.
No se puede pretender que sólo a través de la televisión estos temas se pongan en la agenda. Cuando se trata un tema que tiene que ver con la calidad de vida de la ciudadanía, su participación y la toma de conciencia de lo que nos pasa, no podemos quedarnos con visiones de corto plazo. Hay temas que son de presencia permanente en los medios, porque también están permanentemente presentes en nuestra sociedad. Es importante la visión del medio en cuanto a cómo quiere plantear un tema.

¿La evolución en cuanto al tratamiento de temas sociales en televisión ha sido positiva, negativa o estable en los últimos años?
Creo que ha sido una evolución estable, lenta, en la cual no se han aprovechado todas las oportunidades. Esto tiene que ver con un cúmulo de motivos. Hay una necesidad de buscar, entre todos los que estamos interesados en el tema, los puntos de superación, los puntos en los cuales se puede traccionar y avanzar.


¿Hay una jerarquía en cuanto a la relevancia de los temas sociales?
No se puede generalizar. Aunque la agenda de los medios tiene que ver con una agenda nacional, no nos tenemos que olvidar de que los temas también se tienen que tratar desde una perspectiva local. Hoy hay temas que están en la agenda no sólo porque un medio ve la necesidad y lo trata, sino porque realmente atraviesan todo el mapa de la ciudadanía. El tema de la violencia de géneros es un ejemplo.

¿Hay un “modo televisivo” de transmitir información de carácter social?
No sé si hay un “modo”, sé que hay un “tiempo” y un “espacio” televisivo en el que los temas se pueden plantear con mayor o menor profundidad. De cualquier modo tienen que ser transmitidos con calidad y fundamentalmente teniendo conciencia del impacto que puede tener un spot de 20 segundos, una noticia de cinco minutos o un programa especial de una hora.
La calidad se da por la seriedad  con la que se encara el tema, el relevo de las fuentes, las referencias que se toman para enfocarlos, eso no tiene nada que ver con la duración del mensaje, siempre tiene que estar hecho con excelencia.

¿Cómo fue tu trabajo con Adriana Lorenzón para tratar el tema de violencia de género en El Elegido?
El trabajo con Adriana se realizó una vez que el producto estaba en la pantalla cuando vi las oportunidades de trabajar determinados temas que esta ficción planteaba. Me junté con Adriana y me contó cuáles eran los enfoques de las distintas temáticas, vio que era una oportunidad de potenciar un contenido. Ella también considera que la ficción no deja de tener un enfoque social, que no deja de estar presentada en un contexto social y que esto se debe aprovechar.
El tema de una persona violenta se planteó desde el comienzo. La violencia de género estaba presente en el personaje de David Nevares Soza que tenía características de violencia en el ámbito laboral y después la trama llevaba a violencia física y hasta a una instancia judicial.
Le propuse a Adriana que nos sentáramos a conversar con una ONG que trabaja de manera integral la violencia de género y que podía dar un espacio de respuesta a lo que un grupo de interés en la audiencia, que se encontrara en una situación similar, quisiera saber.
Adriana, de muy buen grado, aceptó encontrarnos con la ONG Mujeres en Igualdad y empezamos con la difusión de un spot muy sencillo en algunos momentos de la ficción, especialmente cuando se daban las situaciones de violencia. Desde mediados de abril hasta el último capítulo salía al final una placa de Mujeres en Igualdad. 

¿Qué política tiene Telefé en cuanto a campañas de bien público?
Estamos consolidando de a poco una política de relación con el sector social para potenciar, por ejemplo, los espacios que se ceden a las entidades sin fines de lucro. Nos parece muy importante que como medio podamos establecer alianzas para hacer determinadas campañas. Esto es algo que vamos construyendo con mucha conciencia y mucho detalle y quizás los resultados se van viendo de manera muy sutil, pero hay un relación diferente en la construcción de este espacio que tiene que ver con el bien público.

¿Cuál es tu rol en RSE de Telefé?
Una de mis aspiraciones es buscar de manera permanente agregar valor a los productos televisivos. Antes, durante o después. Responsabilidad social es algo muy amplio. En un medio como Telefé una de las facetas es buscar las oportunidades de potenciar la riqueza que puedan tener los contenidos en la vinculación con los grupos de interés.


Por Yasmin Reddig



Denominadores comunes en los nuevos unitarios


Mujeres que fueron abusadas y violentadas por hombres, historias de vida en diferentes situaciones, suspenso, política, temas sociales y peronismo… Son algunos de los temas que se tratan en el grupo de ficciones unitarias co-producidas por el INCAA y estrenadas recientemente en América, y los canales 7 y 9.

Estos nuevos fondos del Estado promueven que se puedan llevar a cabo producciones que están lejos de ser productos comerciales, pero que son historias bien contadas y con gran valor artístico que no tiene por qué correr con la presión del rating. A su vez, es un impulso para productoras que antes no tenían la estructura para generar ficción, ahora sí lo puedan hacer a través de estos concursos. El Estado en su misión por querer fortalecer y generar una gran industria televisiva, también fomenta que profesionales desconocidos (productores, realizadores, etc.) puedan ingresar al mercado laboral a través de estos proyectos.

Si bien todas tienen en común el hecho de que tratan temáticas más profundas de las condiciones y conflictos del ser humano, hay algunos otros denominadores comunes.




Con excepción de Los Sónicos y El pacto, el resto de los unitarios tratan historias auto-conclusivas, que empiezan y terminan en el mismo capítulo, sin línea de continuidad.  Otro elemento en común son los elencos rotativos. Actores que hacen participaciones especiales para integrar una historia que finaliza en el mismo episodio. Con respecto a esto, es también destacable que varias de las figuras que aparecen son las que habitualmente no están en la televisión. Muchos actores del teatro, de la televisión de los ´80 y ´90, son parte de estos unitarios.  Y muchos de ellos participan en un capítulo de un unitario de un canal, y, a la vez, en otro de otro unitario que quizás se está emitiendo en el canal de enfrente.

Como último punto en común, la política es clara. En algunas de forma más subliminal, y en otras de forma más explícita. Es conocido el caso, y mencionado en otra de las notas de esta newsletter, la temática de El Pacto, el unitario que trata sobre el conflicto de Papel Prensa. Proyecto aluvión, todo lo que usted quiso saber sobre el peronismo y nunca se animó a preguntar, trata sobre historias de los orígenes del peronismo. Televisión por la inclusión y Tiempo de pensar también tienen elementos vinculados a esta temática. En relación con este tema, también es notable la presencia de actores que simpatizan con el gobierno como Andrea del Boca, Juan Palomino, Federico Luppi y Víctor Laplace… Incluso el periodista Víctor Hugo Morales hace una participación en Proyecto aluvión, interpretando a un sacerdote católico extremista que cree que el peronismo es un culto siniestro que debe ser combatido con los mismos métodos de la inquisición.

En algunas el producto artístico es mejor que en otras. En algunas se nota la experiencia de quienes las hacen, y en otras justamente la inexperiencia es clara. Aunque no hay que olvidar que el INCAA manifestó que esto se trata de una prueba piloto.

Por Juan Pablo Martínez Kolodziej

El Pacto y las presiones mediáticas




El Pacto, de Oruga Cine y Tostaki fue una de las ganadoras del concurso del INCAA para ficciones. Con el aspecto financiero cubierto, la productora se abogó a la producción de una miniserie que trata el tema de la venta de Papel Prensa y la complicidad de personalidades como Bartolomé Mitre y Héctor Magnetto con el gobierno militar de Rafael Videla en 1978.

La trama aborda el traspaso de las acciones de la familia Graiver de Papel Prensa S.a. a los diarios Clarín y La Nación, se trata de una operación, cuya causa judicial aún está abierta. A pesar de que la productora y los guionistas afirman que se trata de una serie de ficción es imposible hacer casi omiso del parecido de los personajes con los de aquella época.

Según Marcelo Camaño en una entrevista para Página/12El Pacto es una ficción que narra hechos históricos, que tiene la intención de desnudar la complicidad civil y mediática que existió con la dictadura”. En esa ficción Mike Amigorena interpreta el papel co-protagónico de Murgan, propietario de un importante grupo. ¿Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia? La realidad es que este personaje se acerca mucho a Héctor Magnetto, CEO del multimedio de Clarín.

La miniserie es vista como la perspectiva oficialista de la venta de Papel Prensa S.A. y muchos se atrevieron a asegurar que en la producción estaban involucradas las esposas de De Vido y Moreno. Un artículo del día 17 de septiembre del diario Perfil titula: “Las esposas de Moreno y de De Vido producen un unitario sobre Papel Prensa”. Sin embargo en el programa La Máquina de la Mañana (Radio Latina), Camaño desmintió que Alessandra Minniceli y Marta Cascales estuvieran implicadas de alguna manera en la producción.

En cuanto al parecido de Mike Amigorena con Héctor Magnetto los artículos de varios medios no distinguen ficción de realidad. La misma nota de perfil escribe: “La historia de Papel Prensa, que será llevada a la TV abierta como miniserie, contará con Mike Amigorena interpretando al CEO de Clarín, Héctor Magnetto”.

El estreno de El Pacto estaba previsto para el pasado 27 de septiembre a las 23 por América TV, sin embargo, pocos días antes se produjo un escándalo que implicó la postergación de la emisión del primer capítulo. Luego de haber filmado dos de los trece capítulos, Amigorena quiso abandonar la miniserie. Cuál es el motivo real de su retroceso no queda claro aún, pero diversos medios hablaron abiertamente de presiones hacia el actor por parte del Grupo Clarín de las que aparentemente la productora también fue víctima. En Intrusos Rial afirmó: “las empresas privadas también censuran y aprietan, y acá tenemos un caso”.

En su comunicado de prensa del día 26 de septiembre la productora aseguró: "Las razones de la postergación están asociadas a las presiones sufridas por la producción y el equipo artístico, que están obligando a redefinir el proyecto y parte de la historia, generando de esta manera un producto que no es el elegido originalmente".

Según Javier Nir, productor del unitario, luego de que el actor manifestara su cambio de opinión comenzó una negociación en la que se acordó que Amigorena filmaría hasta el octavo capítulo, luego del cual se buscaría una salida a su personaje.
En una entrevista a Página/12 Nir afirmó que no querían ser cómplices de las presiones que rondaron a la producción, que no tenían que tapar lo que estaba ocurriendo sino decirlo. Por eso decidieron denunciar la situación públicamente.

En una carta abierta el INCAA manifiesta: “El INCAA destaca y condena, que  por primera vez, desde la época de las dictaduras genocidas, un equipo de artistas, productores, escritores,  actores, y técnicos reciben fuertes presiones para no sumarse a un proyecto, hecho que limita su libertad de expresión y su derecho básico al acceso al trabajo”. La misma carta concluye afirmando: “Nos comprometemos a garantizar que guionistas, directores, productores, actores y técnicos trabajen en libertad y sin presiones de ningún tipo. Y garantizamos a nuestro público la posibilidad de ver en sus pantallas todas nuestras historias”.

Más que culpar a un grupo específico,  este es un caso de presiones mediáticas generales en el que ningún medio se quedó atrás a la hora de acusar. El comunicado de prensa de Oruga Cine y Tostaki termina con una fuerte toma de postura en contra de cualquier presión que pueda transformar el contenido de la ficción: “Estamos convencidos de que esta decisión nos obliga a redoblar los esfuerzos y seguir trabajando para que pronto podamos ver la historia que verdaderamente queremos contar. Vamos a seguir comprometidos para construir una televisión democrática, plural y libre, y para que todos los técnicos, actores, productores y artistas podamos trabajar sin miedo y en libertad”.

Aunque América Tv aún no confirmó día y horario precisos El Pacto se estrenará en el mes de noviembre.

Por Yasmin Reddig

Llegó el “video club digital legal”


Finalmente llegó antes de lo que se creía. Es una de las armas más importantes de la industria del cine norteamericano para reducir la piratería. Este mes desembarcó en Latinoamérica Netflix, el video club on line más importante del mundo.

Para los argentinos no es novedad. Cuevana y otros portales de internet ofrecen algo muy parecido desde hace mucho tiempo. Pero este sistema pretende ofrecer un mejor servicio, más fácil de utilizar y de forma legal, ofreciendo ver películas y series en tiempo real a través de internet y en alta definición.

En Estados Unidos este sistema fue una ayuda importante para frenar el avance de venta de películas ilegales. Por una cuota menor a 10 dólares por mes, el público tiene acceso a un videoclub en su computadora para ver las películas que quiera, cuantas veces quiera y en alta definición. La empresa también hizo acuerdos para incluir la aplicación dentro de las consolas de Playstation 3 e Ipad. Sin embargo, algunos argumentan que Netflix no está preparada para ingresar a Latinoamérica, y eso se ve en la calidad de lo que emite. Contrariamente a su país de origen, las películas no están en alta definición, y no tienen subtítulos. Sólo pueden verse en su idioma original o dobladas al español. Esto se debe a que el sistema se instaló de forma apresurada, y el streaming o ancho de banda de internet no está apto para emitir en la más alta calidad. Netflix manifiesta que recién en unos seis meses el sistema estará completo. La pregunta sería… ¿Para qué estar utilizando un servicio que aun está en desarrollo y además, pagar por el mismo? La respuesta es simple. En Estados Unidos, Netflix colaboró en reducir la piratería. El público, al tener un videoclub digital con tan sólo un click, deja de tomarse la molestia de estar bajando películas por internet o comprándolas ilegalmente en la calle. A ello se suma que todo el contenido que Netflix ofrece es del año 2010 hacia atrás, por lo cual no se emiten los últimos estrenos de cine. Esto impulsa a que el público vea las películas en sus hogares, y cuando quiere ver un estreno retoma el hábito de pagar una entrada e ir al cine.

A ello se suma la biblioteca de series televisivas americanas y, a través de diferentes acuerdos en las últimas semanas, de televisión hispana. La empresa ya logró incluir en su biblioteca el material de las telenovelas de Televisa (México), RCN (Colombia) y en nuestro país con Telefe, para emitir también parte de su librería. De esta manera, los consumidores tienen acceso a episodios de hace 10 o 15 años, que puede verlos cuando quieras y cuantas veces quiera. Sin embargo, esto también fue blanco de críticas. Muchas cadenas hispanas están reclamando que Netflix va a significar una competencia desleal para los canales. Reed Hastings, co-fundador de la empresa, se encarga de aclarar que Netflix no emite material en estreno ya que esa modalidad pertenece a los canales productores de contenidos. Ellos simplemente tienen una librería de repeticiones a la cual el público puede acceder luego de dos años de que el material fue estrenado. Es un complemento más de las plataformas tradicionales.

En este momento la suscripción es gratis y a prueba por un mes, y luego la cuota es de $ 39.- mensuales. Argentina es uno de los países con mayor piratería de Sudamérica, por lo cual torcer este hábito ya asumido como aceptable no va a ser tarea fácil. Por lo pronto esta empresa se vio obligada a aterrizar en nuestro país antes de lo previsto, aunque la pista no está del todo preparada para ello.
Por Juan Pablo Martínez Kolodziej

Rating oficial

Calidad televisiva no sólo implica contenidos ad hoc, sino contar con el presupuesto necesario para generarlos y distribuirlos a través de los canales más importantes. Aquí entra en juego el papel de la inversión publicitaria en televisión, cuya porción más importante se sitúa en los programas de mayor llegada al público. Más allá de que abiertamente los televidentes afirmen la necesidad de programas con contenido de calidad, las cifras del rating arrojan una realidad distinta.

El rating es el resultado de la medición de audiencia de la TV abierta y por cable. Estos datos son importantes sobre todo para los ejecutivos de los canales y para las empresas que publicitan en los programas. Los resultados nos permiten conocer la llegada de los programas a la gente, sus intereses y su preferencia en cuanto a un canal u otro.

La cantidad de dinero obtenida por publicidad es fundamental para un programa de televisión, ya que esa inversión equivale en gran medida a una predicción de su futuro en el aire. Una marca prestigiosa no pauta en un programa que no mantiene el éxito. Es por este motivo que muchas veces la calidad del contenido pasa a segundo plano, lo importante es causar impacto, generar intriga y controversia, y así atraer a los anunciantes.

En la Argentina, la empresa encargada de medir el rating es Ibope -Instituto Brasileño de Opinión Pública-. La calidad y veracidad de los resultados que arroja el Ibope es auditada por la Cámara de control de medición de audiencias, conformada por ejecutivos de la televisión y de las agencias de publicidad.

Ibope llegó al país en 1992 y realiza la tarea de medición de la audiencia de televisión de la siguiente manera: en alrededor de 800 hogares de Capital Federal y Gran Buenos Aires y las ciudades de Rosario, Córdoba y Mendoza se colocaron people meters. Estos aparatos registran minuto a minuto el consumo televisivo de los habitantes de un hogar. Todos los días estos datos son enviados a una central, en la que se procesan y se confeccionan las planillas.

Además de Ibope existen otras compañías que se dedican a medir el rating. Una de ella es Aresco, presidida por Julio Aurelio. La consultora mide el horario central de la TV abierta argentina desde 2006. Utiliza el sistema de los coincidentales telefónicos: se realizan llamadas telefónicas a tres mil hogares seleccionados al azar y se lleva a cabo una pequeña entrevista acerca de los contenidos consumidos.

Otra empresa que desde marzo de este año ofrece un servicio de medición de audiencia del mercado televisivo latinoamericano es DirecTV. El sistema se llama “DTV ratings” y funciona a través de los decodificadores de sus suscriptores en cada país. Esto le da una gran ventaja, ya que su muestra abarca más de diez mil hogares de Argentina, Chile, Colombia, Perú, Puerto Rico y Venezuela. Según Alejandra Lepera, vicepresidenta de la consultora Business Bureau con la que DirecTV se asoció para brindar este servicio, este nuevo sistema “se trata de un complemento esencial para llenar un vacío existente en las mediciones tradicionales de rating”.

La medición del Ibope se basa en una muestra pequeña si se tiene en cuenta que los 800 hogares con people meter representan a los habitantes de todo el país. Esta es la razón por la que el Gobierno ha tomado la decisión de desarrollar un método de medición alternativo, que apuesta a un resultado más integrador y en el que la representación de los canales públicos sea “más real”. Gabriel Mariotto, titular de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual, lo explicó de esta manera: “vamos a tener otra medidora de referencia, con un perfil nacional, para que el mercado publicitario pueda considerar también esos números y no solamente los que tiene IBOPE, que sabemos que es una empresa que no tiene auditoría y que opera sólo en Capital Federal y Gran Buenos Aires”.

La iniciativa que impulsa el Gobierno se enmarca dentro del proyecto del Laboratorio de Análisis Social de la Ciudadanía Audiovisual que, junto a la Universidad Nacional de San Martín y la Universidad de Lomas de Zamora, llevará a cabo las mediciones.

La empresa uruguaya Transix, Mediciones y Mercado, será la encargada de brindar los people meters, el software y la capacitación necesaria.

Se estima que este nuevo proyecto de medición de audiencias, que además de la TV abierta tendrá en cuenta la digital y la paga, se pondrá en marcha antes de fin de año.

En el sector privado la medidora oficial causa preocupación. Se teme que los datos recabados se adapten a las necesidades del Gobierno y que esto se refleje directamente en la adjudicación de la pauta oficial.

Los Estados Unidos ya dieron un paso más. Teniendo en cuenta que un gran porcentaje de la población accede a los contenidos televisivos a través de la computadora, la compañía de compra de espacio publicitario Optimedia US está midiendo audiencias en TV, Internet y móviles. También incluye en sus índices el impacto de las redes sociales, ya que a través de ellas muchas veces se impulsa el consumo de determinados programas.

Por Yasmin Reddig 



El INCAA y el auge de la ficción

Lejos quedó la frase "somos actores, queremos actuar", que los actores argentinos pronunciaban en el año 2001. Por aquellos momentos, la televisión local estaba invadida por realities, impulsados por el primer Gran hermano, El bar, Confianza ciega, y algunos otros. Hoy, diez años después, la situación es bien diferente.

El horario central tiene 5 tiras (Los únicos, Herederos, Cuando me sonreís, Sr. y Sra. Camas y El elegido) a las cuales se suman dos unitarios (El puntero y El hombre de tu vida). Este auge de la producción de ficción fue iniciada años atrás cuando la industria local descubrió que una parte importante de su capital era la exportación de formatos y latas de unitarios y telenovelas. Hoy día muchas productoras tienen estructuras instaladas que les permiten hacer pilotos continuamente, y de ellos sólo pocos llegan a tener “aire” en algún momento.

Hoy se abre otra forma de producción y financiación. Frente a la nueva ley de medios y los avances tecnológicos, el Estado este año comenzó a inaugurar los nuevos canales de televisión digital terrestre, dando concesiones a empresas privadas y ONG´s. Esto trae como consecuencia la demanda de nuevos contenidos para llenar grillas de programación, y es por ello que el INCAA comenzó con un programa de concursos para nuevos proyectos de ficción. En este momento hay unas diez miniseries en producción que tienen presupuestos de hasta $ 1.600.000.- cada una. 

El objetivo principal es posicionar a Argentina como país generador de contenidos a nivel internacional. Y si bien este nuevo método de financiación es positivo para impulsar la industria, tiene un problema de distribución que es también objeto de críticas de diversos sectores.

La mayor de ellas es que hay quienes dicen que estamos frente a una “burbuja” de producción televisiva, ya que hay una oferta demasiado grande para la eventual demanda. Muchas de estas nuevas producciones van a ser emitidas por canales como Encuentro y la TV Pública en horarios que no son los más adecuados. Los canales de televisión terrestre aun tienen una emisión limitada, ya que sólo se accede a ellos a través de los decodificadores que distribuye el Gobierno nacional. Y debido a la nueva ley de medios los canales privados también están obligados a hacer acuerdos con estas nuevas productoras para emitir estos contenidos. América y Canal 9 ya lo están haciendo. Pero ello trae como consecuencia que algunas realizaciones que tienen impecable realización tengan prevista su programación para horarios laterales los fines de semana.

Pero esto también debe verse como un modo de “democratizar” la producción televisiva. Hasta hace poco tiempo sólo productoras con gran estructura tenían posibilidad de generar ficción. Hoy día se abrió la “cancha” para que otros puedan hacerlo y demostrar que son capaces de generar otro tipo de historias, sin perder el concepto del entretenimiento que la televisión debe tener.

Los fondos de fomento para la producción audiovisual son comunes en muchos países para impulsar la industria, pero en donde los canales estatales están bien administrados y ocupan un lugar importante dentro de la audiencia televisiva. Acá no ocurre eso, pero quizás este sea un puntapié para que ese camino comience a transitarse.

Por Juan Pablo Martínez Kolodziej

¿Y el horario de protección al menor?


Al recorrer los canales de la televisión abierta argentina, llama poderosamente la atención el enorme protagonismo que tienen los llamados “programas de chimento”, sobre todo en horarios de la tarde. ¿Dónde quedan los contenidos originales? ¿Cuál es la gracia de rever una y otra vez escenas de programas anteriores?
Estos programas se encuentran en una franja horaria en la que los chicos regresan a sus casas después del colegio. Supongamos que estamos en un mundo ideal, en el que el horario de protección al menor o “apto para todo público”, como lo llama la nueva ley de medios, se respeta y los niños no ven televisión más allá de las diez de la noche. Hay varios problemas: empecemos por que los programas de la tarde repiten los fragmentos más “significativos” de la noche; o sea que los ven igual. Además, sabemos que hoy en día son muy pocos los padres que fomentan el buen descanso de los más pequeños y no les permiten ver televisión luego de las 22.
La verdad es que los programas del horario central se han convertido en los telones de fondo y muchas veces en protagonistas de las cenas familiares. Programas como Showmatch, de Marcelo Tinelli, están en boca de todos, no por lo que entretienen, sino por la escandalización que provocan.
A pesar de que Showmatch comienza una vez pasada la placa que anuncia el fin del “horario apto para todo público”, sus contenidos muchas veces rozan lo pornográfico. Pensemos en la actuación de Nazarena Vélez en su baile del caño en el año 2007 que terminó con un topless. Más allá de la cuestionable moralidad de este acto en televisión abierta, lo más grave fue que en ese momento se encontraban alrededor de 300 menores de edad en el estudio (más los que estaban frente a la pantalla). Pongo este ejemplo, porque el fin de la historia fue la sanción por parte del COMFER - desde la promulgación de la Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual llamado Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) - a Showmatch y a todos los programas que repitieron las escenas en los días siguientes. ¿Pero es ése el fin de la historia? Lamentablemente esa sanción no persistió en la conciencia de los ejecutivos del programa y, varias veces volvimos a ver escenas similares.
No sólo las imágenes inadecuadas afectan el horario de protección al menor, también el lenguaje utilizado en la TV ha perdido calidad año a año. Las agresiones verbales y la cultura del chimento se han convertido en estrellas de la grilla de programación.
En el año 2003, el entonces secretario de la Academia de Educación, Alfredo M. van Gelderen, afirmó: "Si consiguiéramos un progresivo cuidado del uso del lenguaje en la radio y en la TV pondríamos en marcha una verdadera escuela sin paredes para mejorar el habla de los argentinos". Utilizó como ejemplo a seguir el de Gran Bretaña, donde no existe una Academia de la Lengua, sino que "el modelo de referencia del buen uso del idioma es la BBC”.
¿Y cuál es la solución al problema de la emisión de contenidos inadecuados para los más pequeños? La realidad es que la TV es un medio masivo que llega a grandes y chicos. El bajo nivel de calidad de los contenidos que se emiten a diario atentan contra la educación informal, no sólo de los niños, sino de todo el país.
Quizás la TV debería empezar por replantearse su grado de responsabilidad en la sociedad en cuanto creadora y difusora de valores, que influyen sobre todo en los más pequeños.

Por Yasmin Reddig

El Puntero



Una ficción política en un año electoral. Un canal opositor y un título polémico. De antemano, El Puntero generaba, desde su forma, una gran expectativa. El formato serie -- a pesar de que la productora y el canal la presenten como un unitario -, opuesto al de telenovela diaria, invitaba a la coherencia; actores prestigiosos que elevaban la media habitual televisiva; una producción comúnmente asociada a la calidad técnica. Pero la novedad era la temática, sin antecedentes en Argentina y con algunos logros en países como Estados Unidos e Inglaterra.

La ansiedad por ver si la historia trataba sobre un personaje real obligó a los actores a realzar la fórmula “ficción televisiva” por sobre el contenido político. Sobre todo por tratarse de una producción de Canal 13, del Grupo Clarín, en medio de su enfrentamiento con el Gobierno. De todos modos, el marco es la política; es el tema en cuestión, lo que une las historias, las acciones y las reflexiones.

La historia se centra en “El Gitano” Perotti (Julio Chávez) que vive y respira militancia. Como sistema solar en el guión, El Puntero maneja los hilos. El resto es tangente: cada uno con su historia personal, pero que responde a los estímulos de Perotti. Por eso, más allá del esfuerzo de la producción por distanciarse de una realidad política, la conexión es ineludible.

En el plano político, la serie se suma a los estereotipos ya concebidos en los medios de comunicación. Humaniza la política, puesto que retrata la vida de estos personajes fuera de su práctica, pero no en la acción política misma, donde todo se hace desde una lógica mercenaria y caciquista, demasiado simplista. Se sirve del marco político –y del contexto del país- hasta donde le conviene. Interpela el mundo real con llamadas como referencias al “Turco” o a “Las venas abiertas de América Latina”, de Eduardo Galeano, para recrear el ambiente. Luego, compensa la falta de profundización política con grandes actuaciones y un guión ágil y de gran producción técnica.

El Gitano es un puntero político que maneja las voluntades de un barrio marginal, que organiza las bases y opera como líder de una fuerza de choque que comercializa a discreción. Como referente de la política informal, hace negocios con la política formal: la Intendencia de lo que podría ser un pequeño pueblo del Conurbano bonaerense. Atiende las necesidades más elementales de los que viven en su barrio. Ahí consigue adherentes a base de confianza y construye poder para reclamar a los políticos.

La figura del puntero político no es nueva en Argentina. Data de la época pos-rosista, por lo menos, cuando los partidos comienzan a necesitar la ayuda de estos personajes para traer votos del interior del país que los mismos políticos no pueden conseguir. Forma parte de los partidos de masas desde fines del siglo XIX. Es actor fundamental de la real politik, resistido en el ideal de un país y las bases de la democracia, pero parte de nuestro lenguaje cotidiano.

La serie no busca retratar la realidad de los punteros políticos, sino tomar ese marco impactante para crear una ficción, género muchas veces elegido para tomar una postura respecto de un tema complejo y permitirse digresiones bajo cierto amparo. Quizás, el mayor hallazgo sea plantear la relación política informal vs. política formal desde la óptica de un puntero. Dentro de ese vínculo, la ficción logra una trama entretenida que tiene más valor como disparador para un debate que como estudio sociológico.

Por Tomás Martini

CUEVANA, talento argentino

Hace años que ya no escandaliza la descarga ilegal de contenidos, como música, películas y series, de Internet. Por lo menos en Latinoamérica se ha vuelto un hábito tan normal, que el juicio de si está bien o mal casi pasó a segundo plano. Hoy en día no se trata tanto de si se le dan los créditos correspondientes al autor de las obras, sino de la comodidad de la audiencia, de la capacidad de consumir lo que uno quiera, cuando quiera.

Estamos cada vez menos dispuestos a esperar para poder comprar los DVD de nuestras series favoritas, y muchas veces ni siquiera vamos al cine para ver un estreno. La comodidad del hogar y la calidad de los contenidos descargados son lo suficientemente tentadores.

Cuevana nace en un contexto cultural como este, en el que no se acostumbra pagar por los contenidos en Internet. Se trata de un proyecto ideado y lanzado a fines de 2009 por tres amigos, oriundos de la provincia argentina de San Juan.

Tomás Escobar, el cerebro que ideó el sistema, se imaginó cómo sería si uno pudiera acceder a sus series favoritas en el momento en el en que salen al aire y no tener que esperar para poder descargarlas. Él y sus amigos llegaron a la conclusión de que lo que el usuario quiere es sobre todo practicidad y comodidad. La gran mayoría de la gente no descarga contenidos ilegalmente para luego venderlos, sino que persiguen el uso recreativo personal. Desde esta perspectiva, no habría razón por la cual llenar el disco duro con descargas pesadas que de todas formas serían borradas tarde o temprano.

Cuevana.tv es una plataforma que permite acceder a los contenidos en forma de streaming, o sea online, en la computadora y a través de dispositivos móviles. Esta idea, sumada a la excelente forma de concretarla, generó que hoy el sitio sea la opción número uno en películas y series online en Latinoamérica. Cuenta con un tráfico diario de medio millón de visitas, 250.000 espectadores registrados, y un incremento de usuarios de un 40 por ciento cada mes. El éxito de Cuevana en tan corto tiempo se debe a la fuerte difusión que tuvo y sigue teniendo en las redes sociales y el clásico boca en boca.

El proyecto Cuevana continúa viento en popa y sus creadores aseguran que su objetivo no es la generación de una enorme ganancia económica, sino el de brindar un servicio a la comunidad. Por ahora el sitio sólo se sostiene a través de la pauta publicitaria y la financiación privada.

La legalidad de este negocio no deja de ser un tema importante. En Cuevana.tv los contenidos no quedan almacenados, sólo se facilitan los enlaces a ellos, y en cuanto a esto en la Argentina hay un vacío legal que protege a sus creadores de las acusaciones por violación a los derechos de autor.

En el año y medio de su existencia Cuevana.tv se ha convertido en una comunidad, en una especie de red social de adictos a las series y películas. Cualquier usuario puede hacer recomendaciones, reclamos por fallas técnicas o solicitudes de nuevos contenidos. Además, a lo largo de la Argentina hay voluntarios que cooperan activamente con la subida de contenidos, el subtitulado y la verificación de la calidad en todo sentido. El sitio se ha vuelto cada vez más interactivo, hasta convertirse en una plataforma que permite a los usuarios intercambiar opiniones, críticas y rankings de películas y series.

Cuevana puede llegar a ser considerado como una especie de nuevo video club gratuito, pero la idea no es que los usuarios dejen de ir al cine. Por eso, a futuro, Tomás Escobar espera poder firmar acuerdos con las grandes cadenas de cine para generar beneficios mutuos. Como aseguró Escobar en una entrevista a la revista Rolling Stone en abril de este año: "Cuevana no es sólo ver videos, queremos darle más valor. Queremos hacer un acuerdo con los cines, para que el site tenga mayor difusión y trabaje en conjunto con ellos".


Por Yasmin Reddig

TV y redes sociales, ¿aliados o enemigos?

Cuando la televisión llegó a los hogares del mundo, la actividad de verla era fundamentalmente familiar. Como antes ocurrió con la radio, la TV pasó a ser el centro de atención en la casa.

Luego de algunas décadas, en parte gracias a la facilidad de acceder a los aparatos, la pantalla chica fue confinada a la intimidad, a las habitaciones de cada integrante de la familia. De esta manera se perdió el espíritu social que caracterizó su recepción en un principio.

Sin embargo, hoy estamos regresando nuevamente a un modo de ver televisión inminentemente compartido. Pero este elemento social no tiene nada que ver con los comienzos de la televisión. Internet y sus redes sociales han invadido nuestras vidas y aparecieron como una amenaza a la programación televisiva.

La atención que se le presta a la TV ya no es la misma. Según el artículo de la BBC, “Televisión y redes sociales, cada vez más cerca”, un estudio reciente realizado por la agencia de publicidad Digital Clarity arroja que el 80% de los menores de 25 años utiliza una segunda pantalla para comunicarse mientras ve televisión y un 72% utiliza Twitter, Facebook o alguna aplicación móvil para realizar comentarios durante los shows.

La mayoría de la gente, sobre todo los más jóvenes, tienen un ojo en la pantalla de la computadora (o de sus celulares) y otro en la de la TV. Y esto en el caso de que aún miren televisión, ya que la oferta de videos y contenidos en Internet es tan abundante y accesible que amenaza con destronar la grilla televisiva regida por horarios estrictos.

En el mundo de la televisión hace tiempo que se está pensando en estos datos y en cómo hacer para que las redes sociales no jueguen en contra sino a favor de la TV. Muchos programas ya cuentan con perfiles en Facebook y cuentas en Twitter, en los que mantienen actualizada a su audiencia las 24 horas del día a pesar de que estén al aire nada más durante una hora por día o semana.

Las redes sociales han generado un acercamiento de los televidentes a sus programas y estrellas favoritas. A través de Twitter es posible seguir a los actores y enterarse de sus últimas andanzas, tengan éstas que ver o no con la televisión.

Otro factor importante es que las redes sociales permiten e incentivan la realización críticas en forma simultánea a la recepción de los contenidos. Cualquier punto flojo o acierto de un show será difundido inmediatamente en la red. Por eso, la TV tiene la difícil misión de agradar a su audiencia cueste lo que cueste, ya que una mala reputación en Twitter, por ejemplo, puede sacar fácilmente a un programa del aire.

Muchos prevén también que por este motivo el rol del crítico desaparecerá más temprano que tarde. En el momento en que la crítica de un experto es publicada, ya miles han dado la vuelta al mundo. Según Sibyl Goldman, vicepresidenta del área de espectáculos de Yahoo!, “los tradicionales críticos de televisión pasarán a un segundo plano. Ese lugar va a ser suplantado por las redes sociales, donde la gente va a seguir los consejos de otros usuarios en quienes confía”. Los televidentes y usuarios de las redes sociales quieren discutir, polemizar y contraponer argumentos, no hace falta que ningún “experto” les marque la pauta de lo que deberían consumir. Sin embargo, esto no significa necesariamente un paso adelante, ya que la formación y experiencia de un crítico profesional no debería dejar de ser referente para el público.

Un caso novedoso de la sinergia entre las redes sociales y la TV fue la creación de un libro y una sitcom basados en una cuenta de Twitter. Se trata de Sh*t My Dad Says, creado por Justin Halpern, un joven de 29 años que se hizo famoso por twittear las tonterías que dice su padre de 74.

Los tweets tuvieron tan buena llegada (actualmente cuenta con 2.441.668 seguidores) que pronto salió a la venta un libro y al poco tiempo la cadena CBS firmó un contrato para producir una sitcom protagonizada por William Shatner que ya lleva una temporada al aire.


Por Yasmin Reddig

La TV del 2011

La televisión tiene tres momentos importantes en el año. La primera es la temporada alta, que ocurre entre abril y mayo. Se llama de esta forma porque es cuando comienza a concentrarse la mayor cantidad de espectadores frente al televisor. Esto se relaciona directamente a que ya no hay vacaciones hasta julio, y comienza el frío. La gente está más tiempo en su casa y predispuesta a mirar más televisión. Esto tiene como consecuencia mayor inversión publicitaria. La segunda temporada alta es en agosto, luego de las vacaciones de invierno. Y la tercera es en el verano, que es más conocida como temporada baja debido a que la inversión publicitaria decrece, la gente se aleja del televisor y pasa más tiempo al aire libre.


Con respecto a los lanzamientos, Showmatch volvió sin mayores novedades con su ya probada fórmula de Bailando por un sueño, pero con un jurado nuevo. Canal 13 sigue apostando al entretenimiento masivo, y este año volvió a programar dos tiras en horario central, estrategia que no utilizaba desde el año 2005 cuando hacía el tándem entre Una familia especial y Hombres de honor. El concepto de programar una ficción familiar seguida de otra más adulta se volvió a dar este año con Los Únicos (tiene un gran ingrediente de la serie norteamericana Héroes, pero trasladado a la comedia) y Herederos de una venganza. Ambas tiras, completamente diferentes en todo sentido, fueron estrenadas con éxito en el 13 y van antes de Showmatch. El Puntero y Cantando por un sueño (como programa independiente de Showmatch) son los otros productos generados por las productoras del canal y que siguen en la pantalla con éxito.

Telefe fue quien más innovó en cuanto a variedad de contenidos. Comenzó el año estrenando El elegido, producida y protagonizada por Pablo Echarri. Esta novela con tono adulto y un libro muy cuidado tiene un piso de audiencia que la sigue diariamente. Pero lo más destacable es el fanatismo que generó dentro de la audiencia que se trasladó a las redes sociales, haciendo que personajes de la tira, por ejemplo, tengan su propio Twitter y escriban como si fuesen personas reales. El canal de las pelotas, bajo una nueva dirección artística a cargo de Tomás Yankelevich, estrenó también Un año para recordar en horario central, una comedia producida por Underground y que acaba de finalizar debido a su baja repercusión. Este horario vacante le fue cedido a la productora RGB con la comedia romántica Cuando me sonreís, protagonizada por Facundo Arana y Julieta Díaz. Esta ficción tiene la marca evidente de la productora al mezclar diferentes géneros como la comedia de situación y la telenovela. El regreso de Nicolás Repetto con Sabado Bus a la pantalla de Telefe fue otro de los estrenos, aunque sin la repercusión esperada; y Susana Giménez en su vuelta al formato diario en horario central fue otro punto importante para el canal. Los domingos con El hombre de tu vida y Minuto para ganar (De los cuales se habla aparte en otra nota de esta newsletter) fueron otros estrenos que marcaron diversidad de contenidos para esta pantalla.

Canal 9 y América no tuvieron mayores novedades en cuanto a estrenos. Ambos canales retornaron con sus ciclos de éxito probado en horario central.

Canal 7 estrenó en abril Sr. y Sra. Camas, protagonizada por Florencia Peña y Gabriel Goity. Esta ficción, que pretende ser una sitcom con elementos kitsch, oscila entre los 0,6 y 0,9 puntos de rating promedio desde su estreno.

Algo a destacar fue el fortalecimiento de los fines de semana, quizás impulsado desde el comienzo del año con la expectativa de la vuelta de Sabado Bus. Por ello, además del Cantando por un sueño los sábados en horario central, Canal 13 también programó Los Únicos el domingo, siendo éste el primer día de emisión de la tira en la semana. Y posterior a ésta El Puntero, el unitario de calidad de Pol-ka. De esta forma los sábados y domingos volvieron a existir en la televisión abierta.


Por Juan Pablo Martínez Kolodziej

Controlar el dedo ingobernable del control remoto

En sus 35 años de experiencia como periodista, Pablo Sirvén se ha especializado en temas como el poder y su relación con los medios y el fenómeno de la televisión en la sociedad. Actualmente se desempeña como Secretario de Redacción en el diario La Nación y los domingos dedica una columna al espectáculo en el mismo medio.

La televisión abierta argentina ha sufrido un importante deterioro en las últimas décadas. Un gran porcentaje de la grilla de programación está saturada de programas vacíos de contenido original. Abundan los programas de chimentos y de archivo, que tienen como único objetivo realizar una especie de “remasticado” de otras transmisiones.

Pablo Sirvén es un gran crítico de la monotonía y el desgaste de la televisión por aire. A lo largo de su carrera y en los siete libros que publicó, se ha dedicado a analizar el extraño fenómeno de la TV argentina.

— ¿Qué opina de Canal 7?

Canal 7 tuvo por muchos años un vaciamiento de pantalla. Me parece que a partir de 2005 empezaron a buscarle un perfil al canal, cierta identidad interesante y alternativa a los canales comerciales. Creo que eso se empezó a perder a partir del inicio de Fútbol para Todos, que desplazó a gran parte de esta programación. Por otro lado, a partir del ingreso de Tristán Bauer al frente de la titularidad del sistema de medios públicos, la programación periodística se volvió más militante a través de los noticieros y, particularmente, a través de 6,7,8.

— ¿La TV lava cerebros?

Creo que ése es un concepto de décadas pasadas. Hoy estamos en un mundo mucho más complejo, en el que hay una interrelación más intensa entre distintos medios de comunicación. La televisión se ha vuelto menos absorbente, porque existe Internet. La pantalla ya no es sólo para ver televisión, por eso su influencia es más relativa a la que tenía antes.
Sí tiene posibilidades de influir en la gente y de adiestrar para ver las cosas desde un determinado punto de vista, con un determinado ritmo. No lava cerebros, más bien educa, en el sentido amplio; no necesariamente educa bien.

— ¿Qué importancia tiene alguien como Tinelli en la vida de los argentinos?

— Todo el mundo lo ve, ya sea para entretenerse o criticarlo. Es una forma de evasión para la sociedad, de entretenimiento. Es una especie de espejo en el que la gente se ve identificada. Nadie ha logrado mantener tal grado de éxito a lo largo de tantos años como él; evidentemente hay una clara compatibilidad entre lo que hace y lo que es el argentino. Hace un show entretenido y bien producido, pero incurre en abusos innecesarios, en dobles sentidos o cosas burdas que no son necesarias y ahí para mi gusto se malogra.

— La gente suele reclamar más contenido cultural, sin embargo los programas de chimentos, de archivo y Tinelli cada vez tienen más rating…

— Aquí se ve el típico doble discurso argentino: por un lado, se lo critica; pero por otro, no se lo puede dejar de ver. Un programa como el de Tinelli es multitarget, multiedad… no queda nadie afuera. Yo creo que Tinelli es como una suerte de presidente informal del entretenimiento, de la evasión televisiva. Te guste o no, querés saber qué dijo, qué no dijo y cómo repercutió lo que hizo o dejó de hacer. Lo que él dice tiene influencia en la gente.

— ¿Elegimos lo que vemos?

Como la televisión abierta es gratuita, uno se expone a ver cosas que no vería, por ejemplo, en el teatro o el cine, porque ya el hecho de tener que pagar una entrada hace que uno sea mucho más estricto en la selección y más crítico con lo que consume. La TV entra a la casa sin pedir permiso y deja a la persona expuesta a todo tipo de contenidos.

— La Argentina es uno de los más grandes exportadores de contenidos de alta calidad. ¿Por qué esto no se ve reflejado en su televisión por aire?

Esa es una de las grandes contradicciones nuestras, porque puertas adentro tenemos una televisión a veces áspera, escandalosa, chabacana… Asombra que se trate del mismo país que se sienta a la mesa de los grandes en cuanto a la venta de formatos al exterior. Esto quiere decir que no nos falta talento para hacer buena TV. Es un gran país con muchísimas potencialidades que a veces se frustran de la manera más sorprendente. Eso es lo que está pasando con la TV abierta.

— ¿Cuál es el mayor problema de la TV abierta?

El mayor problema se puede sintetizar en una sola palabra: diversidad. La televisión por aire en la Argentina carece de diversidad, su agenda se ha ido achicando dramáticamente en el transcurso de los años. Por lógica de la profundización de la democracia, la sociedad año a año encuentra mayores zonas de libertad y de apertura hacia temas que en otro momento hubieran sido inconcebibles. En cambio, la TV argentina, en vez de abrirse en ese sentido, va achicándose a una cosa que tiene que ver con el chimento. Se muerde la cola a sí misma cuando hace un relevamiento minuto a minuto de las propias transmisiones. Ésta sería la columna vertebral de la TV por aire y eso hace que sea muy monótona y carente de colores, de matices, de valor agregado. El resultado es un menú muy pobre.

— ¿Cuál sería una posible solución para mejorar la calidad televisiva en la Argentina?

La solución sería que los propios dueños de los canales se sienten alrededor de una mesa y acuerden unas pocas pautas para saber hasta dónde se puede llegar. Sería un compromiso que tiene que ver con bajar la cantidad de repeticiones y hacer un esfuerzo real por tener programas de distinto tipo. También sería importante respetar el horario de protección al menor, sin ponerse en un lugar de censura, pero sí evitar excesos antes de las 10 de la noche. El público también debería involucrarse más, ser más coherente con lo que pide y no desmentirlo después con el dedo ingobernable del control remoto.

¿Cuál es el rol de la TV? ¿La televisión argentina lo cumple?

El trípode de las funciones de la TV es entretener, informar y educar, en ese orden. Educar se ha convertido en la Cenicienta de estos tres poderes y la aparición del cable hizo que la TV abierta se desentendiera aún más de ese rol. Si entretiene e informa con originalidad y con inteligencia, realiza un aporte a la formación de la gente, a ampliarle sus horizontes, a contribuir con una mejor sociabilización… Si se logra esto, la cultura de alguna manera está incluida.

— Este año la TV cumple 60 años, ¿hay algo para festejar hoy en día?

— Pasa algo parecido a lo que se decía en el Bicentenario acerca de si había algo que festejar… y desde luego que sí. Más allá de los dramas y las tragedias que hemos pasado, se celebra el Bicentenario como también se puede hacer con los 60 años de la TV argentina. Tiene muchos talentos, tanto delante como detrás de cámara, y un enorme potencial que se expresa menos de lo que estaría en condiciones de hacer. Se puede festejar por la memoria de los programas y de las figuras que han pasado a lo largo de las décadas y por lo que vendrá, toda esa potencialidad. Todo esto es suficiente excusa como para festejar.


Por Yasmin Reddig

El éxito de la simpleza

Años atrás los domingos en la noche eran horarios fuertes para la televisión abierta. Marcelo Tinelli supo tener su Ritmo de la noche muchos años con gran éxito, y en los últimos tiempos realitys como Operación Triunfo o las galas de Gran Hermano. Pero unitarios de ficción en este horario no son un factor común.

En la televisión no existen fórmulas para el éxito porque los gustos del público varían continuamente. Elencos multitudinarios y de renombre no son sinónimo de éxito en una ficción. Programas de entretenimiento en vivo con un gran estudio e invitados importantes tampoco. Muchas veces, tal como sucede en la realidad, lo más disfrutable viene en envase pequeño.

Domingos atrás se estrenó El hombre de tu vida, el nuevo unitario de Telefe, escrito y dirigido por Juan José Campanella y protagonizado por Guillermo Francella. Todo hacía suponer que iba a tratarse de un producto de calidad, una suerte de lujo que tiene un canal de televisión. Especialmente en este caso ya que se trata de un programa dirigido por un ganador del Oscar. Con este tipo de programas no se busca necesariamente generar un rating alto, tal como sucede con las tiras, sino generar un producto de calidad que genere cierto prestigio a la pantalla. Sin embargo, la nueva apuesta de Telefe superó cualquier expectativa que podía existir con el producto: Más de 22 puntos de rating promedio sostenido en sus emisiones. Se trata de una historia simple, sin demasiada ambición, con líneas auto conclusivas y un elenco reducido. Todo el capital está puesto en un libreto muy cuidado y una realización impecable. Pero por sobre todas las cosas es una historia bien contada y hecha con mucho respeto al público.

Minuto para ganar, el nuevo programa de entretenimientos conducido por Marley, es un formato extranjero adaptado al público local. Lo único que tiene de ambicioso es un estudio medianamente grande con tribuna de espectadores. El resto... juegos de kermese. Desafíos simples que cualquiera puede hacer en su casa o en la fiesta de un club de barrio. Nuevamente más de 20 puntos de promedio, gana su franja horaria a programas mucho más ambiciosos.

Estos dos ejemplos son muestra de que muchas veces no importan los presupuestos, ni los grandes elencos, ni los conductores. Un programa necesita una identidad, porque cuando ella se cambia siguiendo los vaivenes del rating, se falta el respeto a quien lo mira. El público enciende el televisor para entretenerse con buen contenido. Y muchas veces un programa bien contado es todo lo que el público necesita para engancharse con el mismo, por más simple que éste sea.


Por Juan Pablo Martínez Kolodziej